Existen muchas alternativas creativas para aplicar el teatro en la clase de ELE. Las posibles actividades teatrales pueden ir desde pequeños juegos de rol a lecturas dramatizadas, juegos de mímica o exageración vocal, ya sean integrados en un plan de clase o en las determinadas unidades didácticas. Aquí presento una propuesta de taller de teatro como ejemplo de la aplicación del drama a la clase de ELE y específicamente como práctica docente holística. De entre todas las opciones, quizá sea el taller de teatro el que tenga mayores efectos en los aprendientes por su naturaleza globalizadora y su carácter de formación continua. Además, el taller es una manera efectiva de fomentar sentimientos y emociones que conectan al grupo, de esta manera se creará una experiencia entrañable que los estudiantes recordarán y asociarán a la lengua meta.
El enfoque que se le dé al taller puede ser muy variado en función de nuestras prioridades y objetivos lingüísticos, pero también en función de nuestros intereses personales. Si nos gusta la literatura, la música o el cine, podemos incorporar estas otras disciplinas e integrarlas en nuestro taller de teatro. La propuesta que aquí presento entiende el teatro como texto literario, cultural y espectacular. Es literario porque trabajamos con un texto escrito con múltiples significados y con una intención de reflexión sobre el ser humano en su capacidad intelectual y emocional. Es texto cultural porque el teatro, como toda forma de expresión, conlleva significados asociados a un determinado contexto social, histórico y cultural tanto en lo lingüístico como en lo corporal (lenguaje verbal y no verbal). Finalmente, es texto espectacular porque trabajamos el teatro como producto estético para ser representado ante un público con técnicas visuales y originales con el objetivo último del entretenimiento, y, por lo tanto, asociado a la distracción, al placer y a la diversión. En este sentido, la magia del teatro permite un aprendizaje multidisciplinar y multidireccional.
Para organizar el taller de teatro existe la posibilidad de adaptar materiales ya existentes o crearlos nuevos. Podemos representar o adaptar una obra de teatro clásica, podemos utilizar el argumento de películas, o inspirarnos en una noticia de periódico para elaborar nuestra propia obra. Podemos hacer una representación con toda la clase (si la clase tiene un número de alumnos razonable para una obra), o, por el contrario, podemos dividir la clase en grupos y realizar varias mini obras de teatro.
Por cuestiones pedagógicas y prácticas, la propuesta de taller que aquí presento plantea dividir la clase en cuatro grupos para así dar oportunidad a todos los estudiantes a participar más o menos de una manera proporcionada. Mi propuesta tiene como contexto educativo un entorno universitario con estudiantes de nivel intermedio (B1-B2). Otras adaptaciones o alternativas son posibles dependiendo de dónde y a quién se enseña, así como de los objetivos de cada docente. En este caso, el taller se desarrolla en diez sesiones de una hora a lo largo del semestre y tiene por objeto que los estudiantes escriban su propia obra de teatro y la representen a final de curso. Durante la primera sesión, los estudiantes experimentan con breves actividades de actuación y expresión corporal partiendo de una serie de instrucciones en español (input lingüístico) y a las que tienen que responder con diálogos breves (output, producción). Entre las actividades que realizamos se encuentran juegos de rol y juegos de mímica partiendo de imágenes, películas o tarjetas donde se les da un contexto. El objetivo es utilizar estas actividades como rompehielos para eliminar la timidez o las reticencias a la exposición pública, al mismo tiempo que se refuerza vocabulario y estructuras que los alumnos han estudiado en clase previamente y que son parte del currículo.
La segunda sesión del taller tiene como objeto la lectura y el análisis de una obra de teatro clásica (ya sea el texto original o una adaptación para estudiantes de ELE) a través de la cual se practican estrategias como la comprensión lectora, la adquisición de nuevo vocabulario y estructuras gramaticales, y por último el análisis cultural implícito en la obra a través de personajes, argumento o simbología. Igualmente, el texto se utiliza como modelo para estudiar la estructura literaria de una obra de teatro, lo que será imprescindible para que los estudiantes puedan luego escribir su propio texto original. A través de este modelo, que han de leer antes de la sesión, los estudiantes aprenden qué es el texto teatral, divido en actos (presentación, conflicto y resolución) y constituido por diálogos de los personajes y acotaciones. Durante esta sesión del taller, el profesor trabaja el texto con los estudiantes con preguntas de comprensión, con breves discusiones sobre el significado de la obra en pequeño grupo, y se completa con una exposición en gran grupo para aclarar tanto la temática como el vocabulario clave.
Es tarea investigadora del docente buscar entre las muchas obras conocidas en lengua española aquella que por temática o complejidad lingüística se ajusta a la realidad de los estudiantes. Encontramos obras para todos los niveles y edades, desde los cuentos infantiles convertidos en obras teatrales (El principito), a obras de teatro para niños (Las tres reinas magas de Gloria Fuertes). Para jóvenes adultos podemos utilizar clásicos como la obra, original o adaptada, de Federico García Lorca, Bodas de Sangre, o Historia de una Escalera de Antonio Buero Vallejo. La complejidad del texto no debe estar totalmente ligada al nivel de competencia lingüística de los aprendientes. Se puede utilizar un texto complejo con aprendientes de nivel básico siempre y cuando los objetivos de la clase se ajusten al nivel lingüístico y cognitivo de aquellos. Al fin y al cabo, planteamos esta sesión para mostrar cómo es una obra de teatro en sí, como texto.
La tercera sesión del taller comprende una dramatización de una escena escogida de la obra de teatro analizada en la sesión anterior. Esta sesión es, de nuevo, un ejemplo de lo que se espera de los estudiantes cuando representen sus obras al final de curso, y sirve de modelo para tomar contacto con la dramatización. Para ello, empezaremos haciendo una lectura dramatizada de la escena en cuestión con aquellos alumnos que se lanzan voluntariamente a ser protagonistas por un día. El resto, observa y aprende. En la lectura dramatizada se enfatiza la entonación para darle dramatismo y realismo (y al mismo tiempo se trabaja con pronunciación y proyección de la voz), y también con lenguaje corporal (contacto visual entre los personajes). El profesor acompaña y guía la lectura haciendo que los estudiantes repitan sus frases con la entonación adecuada para que el mensaje de la escena sea transparente y claro ante un público. La lectura se repite hasta que los estudiantes se sienten más cómodos, es entonces cuando se procede a una representación informal de la escena. Los estudiantes que hacen de actores ya se han familiarizado con su texto y es posible una pequeña improvisación del mismo; es aquí que el lenguaje corporal adquiere mayor significado. El profesor guía a los estudiantes para moverse en el espacio mientras repiten su texto. Este suele ser un momento cómico para el grupo: entre los errores y las inseguridades de los estudiantes que actúan, y la admiración y expectación de los que miran, se nota que el taller ya está en marcha.
Durante las siguientes cinco sesiones del taller, los estudiantes trabajan en grupos para escribir su obra de teatro original. Será necesaria una inversión de tiempo fuera del aula para completar la tarea. Ahora les toca elaborar la descripción de los personajes y el argumento. Para ello pueden tomar inspiración de diferentes fuentes, como, por ejemplo, puede ser una noticia en un periódico para transformarla en obra de teatro. Es importante que el profesor aporte estrategias de cómo empezar a generar una idea para una obra de teatro. La adaptación de materiales ya existentes (cine, literatura, noticias) puede facilitar el trabajo. A partir de ahora, el docente asiste en el proceso de escritura y sus respectivos pasos: lluvia de ideas, borrador, edición y redacción del texto final, el cual debe ser corregido por el profesor antes de que los estudiantes tengan la oportunidad de memorizar su papel para la representación final. Ahora el estudiante toma un papel más activo en el proceso, se pone manos a la obra para escribir, reescribir, ensayar y memorizar.
Las dos últimas sesiones se dedican a lecturas dramatizadas y/o ensayos finales de la obra antes del “estreno”. Es recomendable que en los ensayos finales el profesor dé consejo sobre aspectos lingüísticos o estrictamente teatrales: desde correcciones gramaticales o de pronunciación, hasta el volumen de la voz, y el movimiento a través del espacio. Aunque el profesor no tenga mucho conocimiento sobre teatro, siempre hay elementos que saltan a la vista de cualquier observador.
La representación final se realiza en clase con un enfoque festivo. Los estudiantes están entusiasmados y al mismo tiempo nerviosos. Los distintos grupos quieren sorprender a sus compañeros con la idea más divertida, o la escenografía más original y creativa. Es un momento memorable para todos. Sin embargo, el trabajo forma parte, si así lo dispone el profesor, de la evaluación del curso y como tal debe ser evaluado. Es importante que los estudiantes sepan qué criterios se tendrán en cuenta para su valoración, en la cual se incluye la precisión lingüística (vocabulario, gramática, colocaciones, entonación, pronunciación) y la puesta en escena (claridad en la exposición dramática del argumento, transiciones entre escenas, creatividad escenográfica, calidad de presentación y actuación, preparación y esfuerzo).
Esta es una propuesta de taller para alumnos de nivel intermedio en educación universitaria; sin embargo, el taller de teatro presenta múltiples variaciones según las inquietudes de los docentes, el contexto educativo y los objetivos lingüísticos que se propongan. Sea cual sea el método y enfoque del taller, la utilización del teatro reporta beneficios significativos en el aprendizaje de lenguas extranjeras en general, y del español en particular. El teatro, entendido como una estrategia multidimensional, tiene un impacto auténtico y duradero en las habilidades cognitivo-afectivas de los estudiantes favoreciendo así la adquisición y consolidación de nuevas estructuras lingüísticas, y fomentando el desarrollo interpersonal, emocional y cultural de los aprendientes.